Masha

25/07/2008 18:37:10

Nombre: Aredhel Vardamir
Edad de inicio: 110 años.
Descripción: elfa de tez pálida azulada, cabello blanco plateado, ojos azules claros con destellos dorados. Cuerpo de apariencia frágil y decorado con elementos de la naturaleza varios.

La joven elfa se adentró en la espesura del bosque en cuanto se hubo despedido de sus recién adquiridos amigos. Se sentía flotar sobre el suelo, y todo a su alrededor le parecía tan liviano como su propio estado de ánimo. La emoción hacía hervir su sangre y la aceleraba en sus venas junto a su pulso, ahora desbocado y al instante siguiente lento y acompasado. No podía creer su propia dicha: ¡acababa de conocer a dos miembros del Círculo Druídico! Y uno de ellos no era nada menos que el ilustre Guardabosques. Tan ensimismada estaba que dejó de fijarse en el recorrido de sus pies y no notó el desnivel del terreno al que se aproximaba, tan bien disimulado por la hojarasca que lo cubría. No fue consciente de mucho más que de la caída de su peso, repentinamente tan acusado, y el golpe de su boca contra el suelo. Una vez tumbada abrió los ojos y miró con gesto asustado a los lados. “¡Emboscada!”, fue su primer impulso, pero unos instantes después ya estaba arrodillada, escupiendo tierra y regañándose a si misma por su inocencia y poca atención. “Sólo tú serías capaz de algo así”, se dijo a sí misma antes de acabar de levantarse y sacudir su tosca túnica marrón. “Gracias a los dioses que nadie te ha visto, sería una vergüenza…” De repente un sonido llamó su atención, alertándola y obligándola a aguantar la respiración para escuchar mejor. De nuevo se enfadó consigo misma al ver a una loba que le era tan familiar saliendo con cierta burla de entre los arbustos más cercanos.

-¡Dalhia!- Exclamó, y en su voz no se sintió más que el regocijo y alivio de encontrar a un ser muy querido.
La aludida bostezó con aire risueño y se acercó a la elfa para acariciar su mano con el morro. Prácticamente tenía que agacharse para ello, ya que comenzaba a alcanzar un tamaño impresionante. Su cruz rozaba los codos de la elfa, y eso la fascinaba. Todo en el animal era mágico para ella: su espeso y largo pelaje gris blanquecino, su altura, su fuerza, sus claros colmillos, sus ojos grises llenos de cariño, fuerza y perspicacia… Pero ante todo admiraba su sabiduría y apreciaba su protección. Ambas habían crecido prácticamente juntas y no había nada que desconocieran la una de la otra. Cierto era que la loba no había logrado comprender el idioma de su compañera, pero reconocía algunas palabras indispensables y los gestos, o más bien expresiones del rostro, de la elfa. No todos comprendían el vínculo que las unía, pues no era nada mágico ni se trataba de una obligación inducida por un poder supremo; tan sólo dependían la una de la otra y eran leales cual gemelas.

La joven sonrió y se inclinó para rodear con sus enjutos brazos el cuello del animal, quien dejó escapar un profundo gruñido de satisfacción desde el fondo de su pecho. Permanecieron en aquella idílica y añorada posición durante medio minuto más antes de separarse para caminar en una dirección silenciosamente acordada. Los pasos de ambas rozaban la hojarasca y la hacían susurrar como a un ser somnoliento cuyo descanso fuera perturbado, denotando la diferencia entre sus respectivos pesos. La elfa entrecerró los ojos y dejó que los sonidos del bosque inundaran sus sentidos. Su encuentro con la loba la había calmado, había aplacado una preocupación acuciante y la había devuelto con suavidad al mundo real, más allá de los recuerdos. Ahora podía repasarlo todo con calma…

Habían pasado cinco días desde que dejara su hogar, en las profundidades del bosque de Weldazh. Su padre era carpintero y por ello la había mandado a ella a entregar sus creaciones a su compañero en la Ciudadela. No solían encargarle esa clase de trabajos, pero sus dos hermanos mayores estaban demasiado ocupados con su adiestramiento, su madre no podía desatender sus obligaciones como sacerdotisa de Mielikki y su padre debía aprovechar el mejor momento para la humedad de la corteza. La joven elfa disfrutaba enormemente de la soledad aparente que el bosque le proporcionaba y por ello agradecía a los dioses cada oportunidad que tenía para disfrutarla. Este viaje no había sido menos, y, además, había tenido el aliciente de sus encuentros.
En su último día de estancia en la ciudad élfica, justo cuando se disponía a salir, se encontró con una curiosa elfa de tez oscura y constitución asombrosamente robusta. Era casi una cabeza más alta que ella y sus hombros doblaban su pequeña envergadura. En su mano descansaba un arco largo bellamente tallado, correspondiente con su tamaño, y complemento de sus vestiduras de pieles. Ambas se sonrieron y la joven pudo descubrir en el semblante de la desconocida una sombra de tristeza. Se sintió intrigada y no pudo evitar notar cierto alivio cuando al fin entablaron conversación. La mujer, que resultó llamarse Samia, se ofreció a ayudarla a encontrar a su loba y justo cuando se disponían a ello reconocieron una sombra oculta entre dos árboles cercanos. Un nuevo elfo salió de entre la maleza, esbelto, ataviado con una fina cota de pies a cabeza y con otro arco largo igual de bello en la mano. Expresó su agrado por el nombre de la muchacha, Aredhel, y provocó en ella aún más timidez y rubor que el que Samia ya hubiera logrado con anterioridad. El sentimiento alcanzó su cenit cuando la elfa fue informada de que conversaba con miembros del Círculo Druídico y el Guardabosques, pero nada podría describir la agitación que recorrió a Aredhel cuando Hash, el explorador, cogió sus manos, decidido a comprobar si realmente estaba llamada al camino de los druidas, tal y como ella había comentado desear. El elfo entonó un extraño cántico, calmado y semejante al ronroneo del rumor de las hojas y Aredhel notó cómo todo a su alrededor cambiaba, se transformaba y, por un instante, desvelaba su verdadero ser…


Continuará...

Masha

27/07/2008 13:10:25

Carta Primera

[i:0bb6e981fe]Querida madre:

Me alegra poder comunicaros que he decidido permanecer lejos de nuestro hogar un tiempo más. La ciudadela ha llamado enormemente mi atención y sus gentes han sido extremadamente amables conmigo. Padre decía que nadie querría cuidar de una niña ajena, pero ha resultado ser totalmente lo contrario. Ya sabeis que a veces soy demasiado tímida...¡pues a ellos no les ha molestado! Lady Jadiva, una misteriosa arcana de la Corte de la Luna me regaló una armadura de cuero, aunque intuyo que su carácter no es todo sencillez. Y, esto no os lo creereis, ¡una Consejera de la Reina me regaló su túnica! Seguro que os lo esperabais tanto como yo... Pero lo más importante, y mi mayor motivo, es que Shono, el Archidruida de la arboleda, ha aceptado guiarme... ¿Podéis creerlo? Yo, sin duda, por ahora, no. Pero hay algo que me preocupa... El Archidruida se mostró preocupado cuando le relaté las últimas noticias sobre vuestra prima Belith, ¿tal vez sepais algo más? Me gustaría poder cerrar la herida que con mis palabras he abierto. No conozco nada de su pasado, pero, a pesar de toda su entereza, en algunos momentos me recuerda a un animal que oculta sus heridas. No puedo soportar su llanto silencioso, o, al menos, no pude en ese momento... Espero podais ayudarme y perdonar mi ausencia.

Las bendiciones de la Hija de Silvanus sean con vos.

*Firma* Aredhel Vardamir. [/i:0bb6e981fe]

Sh0No

31/07/2008 11:46:45

*una carta es entregada a la madre de Aredhel*

[i:78ef9ed66e]Señor y señora Vardamir,

Es para mi un placer comunicarles que al decidir su hija Aredhel quedarse en la ciudadela de Suldanesselar y seguir la senda de la Madre he decidido encargarme personalmente de su guía en dicho objetivo. Creo que su hija tiene un gran futuro como druida e incluso a tan joven edad tiene una sabiduria digna de una gran guardiana de la naturaleza y el equilibrio. Espero que se sientan orgullosos de ella, yo lo estoy.

Añadir que pueden contar comigo en lo que pueda ayudarles y que pueden comunicarse conmigo cuando quieran.

Cordialmente,

Shono Zyrustine
Archidruida del círculo druídico.[/i:78ef9ed66e]

Sh0No

27/11/2008 21:00:34

*de nuevo, una carta llega a sus padres*

[i:579e54e0d3]Señor y señora Vardamir,

Ha pasado tiempo desde que les escribí una carta comunicándoles que me hacía cargo de la enseñanza de su hija Aredhel en el camino del druida, y me complace comunicarles que Aredhel ha superado con éxito la dura prueba para convertirse en una druida de pleno derecho ante todos y ante Madre. De esta forma acaba mi tarea como maestro de su hija, lo cual ha sido un placer para mí.

Sigo estando a su disposición para cuando lo necesiten y quieran comunicarse conmigo.

Cordialmente,

Shono Zyrustine
Archidruida del Círculo Druídico[/i:579e54e0d3]

Masha

15/12/2008 22:02:46

La joven elfa se sentó en la orilla de uno de los riachuelos que cruzan Weldazh de Norte a Sur, sacó un pergamino cuidadosamente enrrollado y comenzó a escribir con un fino carboncillo. Al principio el sol jugaba con los destellos de su cabello plateado pero la noche aun la encontró así, inclinada sobre su pergamino ya repleto de runas, y su menudo cuerpo se fundió con el reflejo que la luna dibujaba en las corrientes de agua...

[i:27bf92f0b2]Querida Madre:

Lamento mucho haber tardado tanto en escribir y prometo visitaros pronto. Espero que esteis todos bien. Como ya sabreis pasé con éxito mis pruebas de la Senda y ahora soy oficialmente una Druida... A decir verdad aún me resulta difícil de creer. En mi última carta apenas os comunicaba ser una iniciada y ahora yo ya puedo tener alumnos, seguro que mis hermanos se burlarán como siempre: dadles un abrazo de mi parte. ¿Cómo está Padre? ¿Continua trabajando la madera? ¿Y los gemelos? ¿Se sabe algo de la prometida de Delph? Y vos, ¿como sentís vuestra unión con la Dama del Bosque?

Aguardo con impaciencia vuestra respuesta.

Las bendiciones de la Hija de Silvanus sean con vos.

*Firma* Aredhel Vardamir. [/i:27bf92f0b2]

La druida suspiró y dejó a un lado el pergamino y el carboncillo al acabar supequña carta, tanto esfuerzo para tan poco... ¿Pero qué podía contarles? No era conveniente enumerarles cada una de las heridas que sufría, las aventuras de las que formaba parte, los pormenores de su dolorosa prueba druídica... y aún menos sus extraños encuentros con aquella criatura.. No, definitivamente esas cosas sólo les preocuparían sin ninguna necesidad. En alguna carta debería hablar de Edelgar pero... eso aún podía esperar.

La noche pasaba mientras Aredhel seguía sentada, en silencio, atenta a los susurros del agua. Pero aquella vez no oía nada más que su propio corazón. Algo lo había despertado, un golpe que ella no había deseado... ¿Acaso era una prueba? Tantas dudas y preguntas por resolver no podían sera mera casualidad... Pero al menos ahora tenía tiempo para pensar. Y eso hizo. Cerró los ojos y pensó, pensó durante toda la noche y el día siguiente... hasta que al volver a mirar a su alrededor notó que sus manos se habían cubierto con una fina capa de corteza. Definitivamente, todo era una sabia prueba de Madre que seguro ella sabría resolver tal y como había decidido hacerlo todo a partir de ahora... "rápido, con frialdad y seguridad".

Masha

19/01/2009 21:00:03

(Tantas cosas han cambiado desde las primeras cartas que escribí a casa... La Consejera es ahora mi propia hermana, Jadiva una nigromante, Edelgar mi... bueno....Alurl, sólo un amigo... Y yo, ¿quién soy yo? Últimamente no logro controlarme, no hay dominio de mi espíritu sobre mi cuerpo... son demasiadas las debilidades que siento. Un enfado tras otro, una pasión tras otra, un arrepentimiento... Todo se sucede sin interrupción, paso a paso, y no parece conducirme a nada bueno. He de aprender a controlarme, no puedo dejar que el Aire sea más fuerte que yo. En la última reunión sé que no lo hice bien, solo agradezco a Madre que Edelgar estuviera presente y yo no quisiera discutirle, aunque de un asunto del Círculo se tratase... Podría haber hecho una tontería, podría haber rechazado definitivamente a dos futuros miembros de la sagrada unión, podría haber sido un impedimento de los designios de Madre. Y entonces, ¿qué habría sido de mí? Tengo demasiado que aprender, pero cuando más lo necesito es cuando mi mente más ciega parece estar. Y después soy yo quien culpa a alguien de ciego y obscecado... Maldición, si la más ciega soy yo. ¿De qué me sirve cazar ahora al Malarita? Bueno... pero eso ya está empezado. Quizás debería haberle olvidado, pero ahora ya es tarde. Sólo espero que después de todo esto Madre me devuelva algo de paz, sólo espero no hacer más tonterías... Ojala llegue algo de Tierra a mi ser)