Ilinoth

31/07/2008 05:49:59

Desde sus inicios y la experimentación con magia nigromántica ,la absorción de la energía vital, de la sangre y la ensencia de un huésped, le había antraido, algo que sensátamente mantenía en secreto a ojos de sus más allegados.

Cientos de lunas atrás, en las criptas de Puerto Calim, bajo la luz que la Luna emitía, observaba, sentado en el tejado del panteón de una noble familia calishita, unos murciélagos alimentarse cerca del candíl de la entrada al panteón.
La vela atraía a numerosos insectos y sabandijas seducidas por la parpadeante llama, que ajenas a su inminente destino, eran capturadas una a una por los murciélagos.

Mathander intentaba entender cómo podían guiarse en tan profunda oscuridad, esquivando el candil, las numerosas gárgolas, figuras y monumentos que rememoraban en vida a los que allí, inertes llacían en eterno descanso.

De pronto, un quiróptero, uno de los murciélagos de mayor tamaño, llamó su atención. No parecía estar interesado en tan simples criaturas y se mantenía relativamente alejado del resto.Fué entonces cuando se precipitó contra el murciélago que tenía más cerca y avalanzándose sobre él en pleno desplazamiento aéreo, deséncajo su mandíbula y clavó sus incisivos sobre éste,apoderándose de su fluido vital. No era un murciélago, sino un vampiro.

Mathander, bajó de un salto el panteón sorprendido por la conducta del predador y rápidamente el vampiro liberó a su presa, que cayó en una lápida cercana, impregnándola con diminutas gotas de sangre.

Vaya, interesante..., no es un simple murciélago!... -Espetó- Y seguídamente el vampiro se dirigió a una cripta cercana.
Mathander lo seguía con la vista, y de repente, cuando el depredador parecía que se estrellaría con el mismo muro de la cripta, se volvió etéreo y se esfumó.

Mathander sorprendido aún más, se dirigió al lugar y decidió entrar en la cripta, pero no había más un par de sarcófagos polvorientos cuya apertura parecía imposible. Intuía lo que estaba arriesgando con tan insensata decisión, pero su fascinación por el poder nigromántico y más aún por ese ser mágico cuya sed de sangre parecía insaciable era mayor que el miedo y se dispúso a intentar abrirlos de nuevo. Decidió lanzarse sobre si mismo un conjuro de fuerza de toro, pero seguía sellado.

Sin duda, una energía mágica poderosa y a la vez oscura envolvián a ese ser y a tan maldito, lúgubre y decrépito lugar.

Decidió que ello no quedaría asi y obtendría los medios necesarios para saciar la curiosidad que le ataba a todo aquello, atrayéndole tan profúsamente y salió del distrito de los muertos mezclándose en la fria noche, pensando qué haría en su próximo encuentro con uno de esos seres de últratumba, si esque se producía alguno en un futuro...