mnho

06/10/2009 22:41:14





[i:43395551a2]-¡Veintitrés años!-. Exclamó el humano observando a su hija. Hacía incapié en el tiempo que había pasado desde que en su día, tomó una decisión que le llevo hasta poder observar a su encantadora Szuszanne, toda una mujer.

No había resultado difícil emigrar desde la perla del desierto. El ya entrado en edad sastre calishita prefirió en su día partir en busca de nuevas oportunidades de negocio. Encontró en Aguas Profundas lo que cualquiera pudiera desear, un buen trabajo y una familia. Durante años, pudo prosperar no solo en su labor sino también fomentando el comercio entre ciudades.

Dichoso aquel día en la que por entonces joven hija decidió aferrarse a la profesión del padre. ¡Que orgullo!... pensaría cualquiera en su lugar. Pero Szuszanne debía aspirar a mas. Conocía en gran medida el estilo de confección calishita, bellas túnicas, turbantes, velos, ligeras babuchas, alargadas capas y finos guantes. Pero... ¿Debía obcecarse en un limitado repertorio?... Su padre no podría ayudarle en ese aspecto, no del todo. Las buenas relaciones comerciales le habían llevado a conocer a otros reputados sastres de la costa. Szuszanne debía aprender aún mas, aspirar a mejorar a su padre y maestro.

Fácil solución, tras una educada misiva, dos reputados sastres de Puerta de Baldur, Terney Addams y Elrowierl Redwa, accedieron a acoger a su hija como aprendiz, conforme ampliaría sus limitados conocimientos. No cabe duda, que el comercio influyó para conseguir tal propósito.

-Veintitres años-. Repitió para sí. Esta vez, observaba a su hija a bordo del barco alejandose de puerto. La había educado bien, esperaría paciente el día de su regreso para enorgullecerse aún mas.[/i:43395551a2]

mnho

09/10/2009 13:57:34





[i:5dcac8d542]-¿Están seguros de querer desembarcar?-. Preguntó el capitán al ver en la lejanía una ciudad sumida en escombros y columnas de humo. Algunos edificios parecían mostrarse en pie, pero sabía que esa imagen a una milla de los muelles distaba de la normalidad.

¿Que haría una joven humana ante su primera decisión tras su emancipación?... sin duda, minimizar el problema. Se divisaban mas barcos amarrados en los muelles, si existía forma de amarrar, existía forma de partir de nuevo. Planteamiento sencillo para aquella que lo último que hubiera deseado es volver a casa resignada.

En tierra, se palmaba la tensión entre los miembros de la autoridad de la ciudad costera, el Puño Llameante. Ordenes de no abandonar la ciudad por tierra, informaban a los llegados en barco de la situación, la ciudad se encontraba sitiada por un horda de Orcos.

Para decepción de la joven, al parecer muchos habitantes de Puerta de Baldur habían abandonado la ciudad progresivamente en días previos a su llegada. Incluidos a su pesar, los dos maestros que la esperaban. ¿Pero a donde? debió de pensar la joven que no pudo contener su desánimo. No saldría otro barco hasta la mañana siguiente, tendría que pasar una inútil noche en una ciudad bajo riesgo de ataque.

Por fortuna o desgracia, bajo el resplandor de la luna, tambores de guerra vaticinaban movimiento en las filas orcas, precipitanto la salida de los buques para aquellos que no prestaran parte en el conflicto, una oportunidad para no verse envuelta en un guerra ajena para ella.

-Calimport-. Dijo el Capitan, habiendose presentado previamente, Capitan Daurdemont. Era de los últimos barcos en partir. Szuszanne tenía una ligera idea de lo que hubiera pensado su padre de tener conocimiento de que su hija, amarraría en la Joya del desierto.

Pero, ¿Acaso tenía otra opción?...[/i:5dcac8d542]

mnho

13/10/2009 20:29:47



[i:8adc981923]La joven se adentraba en los muelles tras desembarcar, extendía un paraguas recién adquirido a un mercader oportunista en los mismos muelles de amarre.

-Lluvia-. Pensó en alto. No era el clima cálido que esperaba encontrar de las historias y añoranzas de su padre.

Su prioridad se tornaba complicada, ¿como encontrar a los maestros sastres?... Quizás refugiados en vete a saber donde. Pero el largo viaje solo invitaba a la joven humana a descansar. A pesar de estar pisando por primera vez la Perla del desierto, a cada paso recordaba historias de su padre.

-Se prudente-. Pensó consciente de pisar una metrópolis de cinco millones de habitantes. Consciente de las malas habladurías sobre sus calles y barrios.

Debía buscar y preguntar sobre refugiados de Puerta de Baldur. No parecía ser la ciudad idónea para comenzar, pero no había podido elegir. Se adentraba en la Novena Campana buscando descanso y comenzar a planificar su busqueda. La puerta se abría, dejando paso a su interior a la bella silueta, la humana se mostraba con un bello traje de confección Calishita, resaltaba sus curvas y una atractiva silueta, su tez y larga melena morena evitavan que pasase desapercibida.

Al poco de acercarse a la barra un tipo de aspecto cuarentón le salió al paso.

-¿Desea tomar una copa?-. Dijo el extraño.

La joven Szuszanne lo miró, por su aspecto, no tenía ni un ápice de ganas de compañía, pero decidió sentarse con el, quizás pudiese sacar algún partido a su atractivo, sabía que no podría recorrer sola los caminos y las opciones donde buscar refugiados de Baldur eran muchas.

-Provemos suerte-. Pensó esperando a que el humano, se sirviese de la botella para llenar la copa de la joven, interrumpiendo el leve juego de ésta con los dedos sobre el cristal de la misma. Le miraba sugerente con su ojos verdes.

-¿Quien sería y que podría conseguir de ese extraño humano?-. Pensaba mientras le observaba.[/i:8adc981923]

mnho

17/10/2009 01:20:03



[i:584befca27]Trás dos semanas en la ciudad, podría decirse que ni todas las habladurías eran ciertas ni todos los temores tan evidentes. ¿Que se podría esperar de las historias fanfarronas que un padre contaba a una joven niña?.

De momento, la jovén Szuszanne recibía clase de sus dos maestros, confección y diseño. Iniciados los trámites en la Cofradía de Artesanos de la ciudad, no solo conseguía obtener el permiso para poder usar las instalaciones en cuanto a costura, podía recalcarse un valor añadido, la ciudadania. Eso, sumado a un acuerdo comercial de extremo beneficio con un comerciante de Thezyr... Hacía que Szuszanne sonriera para si misma. Ningún coste hasta le fecha. Eso, nunca se lo había contado su padre, pensaba recordando.

En dos semanas, la mayor evidencia en la ciudad, resultaba ser su clasismo. Algo que pudo sentir en sus propias carnes. Observando como la misma guardia retrasaba unos metros altiva ante el paso de nobles, estos mismos guardias, seguramente corruptos, se mofaban de las clases inferiores, mendigos o foráneos como ella. En mas de una ocasión, la privaban del uso del paráguas que evitaba que el inusual clima inundase sus ropas.

-¡Eh tu! ¡Guarda el arma!, ¡No te lo volveré a repetir!-. Decía el repugnante, seguido de las carcajadas de sus compañeros.

Detestaba tanto observar su vestido impregnado en agua, que en ocasiones, le daban ganas de extrangular al primer mendigo que se cruzase en su camino para cercionarse de que, evidentemente, su paráguas, era un arma.[/i:584befca27]