Izartxo

27/12/2009 21:21:51

[size=18:11c7bfe704]Capítulo I - Cenizas de Arena

[list:11c7bfe704][i:11c7bfe704][b:11c7bfe704]En el viento que acaricia las dunas,
tardía es la voz que nos susurra
su aliento ausente de sueños,
rastro de sangre y locura.

Atar es nombre de muerte,
susurran las hadas su suerte,
en la agonía derramada
por los cautivos de la mente.

Oscuridad que nos asolas
has perdido tus estrellas
en el cielo de la noche imponente.[/b:11c7bfe704][/i:11c7bfe704][/list:u:11c7bfe704]


Sus ojos, glaucos, como la ambigüedad de su mente, escudriñaban ese desierto tan lejano en sus pensamientos, y sin embargo tan cercano ahora. Nada había cambiado, y aun así, había cambiado todo. Voltar era ahora su nombre, uno más de tantos ya usados y cansado de pronunciarlos y olvidarlos. Sería este el final que tanto le debía a su historia… no pudo sino encogerse de hombros, enmudecido ante otra pregunta sin respuesta.

Se observó a sí mismo antes de continuar. Sus ropas, meros harapos, nada tenían que ver con las finas telas que un día acariciaron su piel, pálida antes de oscurecerse para siempre por los años pasados en este desierto, donde la magia era todo lo que crecía, y lo hacía en desmesura privada de competencia. Con un ademán que recordaba a una antigua elegancia, quizá ya perdida, se despojó de sus ropas, quedando desnudo ante el desierto.

El viento, cargado de la arena que teje los recuerdos, laceraba su memoria, dolorida por el paso del tiempo, que conjurando demonios de su pasado, se negaba con gesto testarudo a someterse a su voluntad. Su cabeza negó con rotundidad al tiempo que se desprendía de lo ya antaño perdido. Con paso precavido pero decidido, se perdió entre las angostas calles de Puerto Calim, la ciudad que lo vio nacer, aprender, olvidar… y morir.