Rivelle

23/03/2011 13:29:51

El momento que tanto temía había llegado. Los refuerzos estaban muy cerca, pero no llegarían a tiempo. Por suerte, para los demás habitantes de la ciudad, estaba preparado.

Tras despedirse de Daphne y ordenarle que se encerrara con los demás en la fortaleza, empezó.
La cara de angustia de la mediana tenía entonces, y la aterrorizada expresión que tenia cuando todo terminó, era algo que cada vez que recordaba hacía que le costara respirar.

El hecho de que la última fortaleza estuviera excavada directamente en la roca, solo la torre estaba construida sobre ella, y que solo hubiera un camino estrecho para acceder a ella, le facilito mucho la defensa del lugar. La puerta era resistente, pero sabía que no aguantaría eternamente los golpes de los arietes del ejercito atacante.
Lo primero que hizo fue cerrar la puerta mágicamente, sabiendo que en el peor de los casos esto les daría al menos algo más de tiempo. A continuación levantó un muro de fuego lo suficientemente cerca de la puerta para evitar que pudieran acercarse, pero lo suficientemente lejos como para que las llamas no afectaran a la puerta.

Con calma lanzó sobre si mismo varios conjuros de protección, mientras los primeros atacantes en atravesar el último muro de la ciudad se acercaban gritando.
El primero de ellos se lanzo a la carrera sobre él, pensando que le daría tiempo a matarlo con su espada antes de que pudiera lanzar cualquier conjuro sobre él. Ese fue el primero de los muchos errores, que por suerte, cometieron los miembros del ejercito atacante.

En el último momento desvió la espada con su rodela y con su maza mágica (cuyas propiedades el mismo había mejorado anteriormente en previsión) le golpeo primero en la rodilla (haciendo que así quedara a su altura) y a continuación en la cabeza.
Los años pasados practicando con los milicianos de la ciudad de algo habían servido. La mirada de sorpresa del soldado atacante, duró lo justo que tardo en reventarle el cráneo con la maza. El sonido fue algo capaz de ponerle los pelos de punta a cualquiera, y aquello fue sólo el principio.

Rivelle

24/03/2011 08:03:51

La única vez que había estado cerca de los muros de la ciudad no había llegado a entrar. Había esperado fuera mientras Brushe llevaba a Daphne en brazos hasta el pequeño templo de la ciudad, para que allí se ocuparan de tratar las heridas de la mediana.
Tras cruzar la puerta deambuló por la ciudad sin ver a ningún mediano. Parecía que los únicos habitantes de la ciudad cuya estatura se aproximaban a la suya eran los niños.
Sin muchas esperanzas se acercó a uno de los milicianos, al que parecía estar al mando.
Le pregunto amablemente si conocía a una mediana llamada Daphne. El miliciano, más tarde se enteraría de que se llamaba Mick, tras mirarle con una ligera sonrisa en los labios, le dijo que saliera de la ciudad y buscara la casa del granjero Bob.
La casa estaba donde Mick le había dicho, en lo alto de una ligera colina a aproximadamente un kilometro de los muros de la ciudad.
Cuando la vió se encontraba trabajando en el campo con una azada.
Al escuchar los pasos de Friam al aproximarse, la mediana levanto la cabeza para ver quien se acercaba.
Friam se quito la capucha que le cubría, y lo único que atino a decir fue un vacilante ¿Daphne?
El sol estaba a la espalda de Friam y por tanto le daba a la mediana en los ojos.
La mediana tardo un rato en reconocerlo, pero tan pronto como lo hizo, dejo caer la azada y con una sonrisa que iluminaba su cara se arrojó a la carrera en sus brazos.
¡Friam!, ¡eres tú!. Pensé que también habías muerto. ¿Donde has estado todo este tiempo? Todo esto lo dijo en el tiempo que a el le habría llevado decir un simple “hola”. Parece que había cosas que no cambiaban con los años.
La alegría que reflejaba la cara de la mediana en ese momento, le hizo preguntarse a Friam porque no habría ido a verla mucho antes.
Años más tarde, cuando recordaba todo lo que pasó después, había momentos en los que pensaba que ojalá no hubiera ido nunca.